PALETA DE COLORES.
Un lienzo en blanco. Así empezó mi vida. Cada pincelada un momento
en ella. Cada color un sentimiento, una persona, un deseo. En el momento en que
nací, miles de trazos de colores se entrelazaban para dibujar mi vida.
Desperté y me crié en el rosa, bajo la protección de mis padres. Momentos que se me antojan fáciles y
felices. Una inocencia pura. Sin preocupaciones, sin problemas.
Mi adolescencia, de amarillo y naranja, reflejaba la risa, el placer, el egoísmo, los celos, la envidia,
sentimientos propios de esa edad. Las primeras fiestas, la primera copa de
alcohol, el tonteo con un cigarro, el rubor al ver pasar al chico que me
gustaba, alguna fea mirada a aquella chica tan guapa, el desprecio al empollón
de la clase. Nada me inquietaba, podía hacer lo que quisiera y soñaba con
cumplir la mayoría de edad. En mi interior nunca llovía, todo era un reflejo
del sol.
Pero no siempre fue así esa
parte del lienzo. La negra oscuridad llegó demasiado pronto. Luché por salir de la tristeza, del
desconsuelo. Todo iba muy rápido, tanto que, cuando giraba la cabeza creía ver
otros colores.
Por fin todo se aclaraba. El
amor, la amistad, la confianza creyeron en mí y un cubo enorme de pintura azul fue lanzado, empapando el
cuadro de mi vida, de arriba a abajo. Con éste, otro cubo, esta vez rojo intenso, ofreciéndome
pasión, peligro, acción y emoción hacía que ambos colores se mezclaran y que
todo aquel negro desapareciera. Aún así, sólo el recuerdo del pasado podía salpicar el
lienzo con pequeñas gotas grises y reavivar mi desánimo.
No me rindo, lucho por lo
que quiero, por eso, el color verde me acompaña, en una esquina del tejido, sin
llamar la atención, recordándome que no estoy sola, que hay que seguir, que
debo cumplir mis sueños, que siempre hay esperanza.
Sé que volveré a ver, una y
otra vez, esta paleta de colores. Tal vez, no todos en mi pintura. De lo que sí
estoy segura es de que, cuando muera, el cuadro estará terminado y, aunque
otros recuerden cada trazo, yo volveré a verlo blanco.
AMIGO
Tras velos de tristeza te
escondes, ocultas tu grito que, poco a poco, te desgarra el alma. Te sientes
sólo, frágil, temeroso. Luchas por salir de ese agujero, por mirar más allá de
tus recuerdos, por avanzar con pasos lentos y medidos.
Sientes que la vida no se acaba, que el tiempo es tu único aliado y tienes miedo. Quieres romper los retazos que se adhieren a tu corazón, que te hacen huir de tus sentimientos, que te oprimen el pecho y no te dejan pensar con claridad. Sabes que es pronto para todo ello, pero cada avance, cada progreso es un triunfo.
Quiero regalarte inmensidad de momentos mágicos que tú, en su día, compartiste conmigo y obsequiarte con mil miradas de complicidad, mil gestos de cariño, mil palabras de aliento, mil risas que te ayuden en los momentos de tristeza, mil lágrimas que nos recuerden momentos felices y aquéllos que no lo fueron tanto.
Sientes que la vida no se acaba, que el tiempo es tu único aliado y tienes miedo. Quieres romper los retazos que se adhieren a tu corazón, que te hacen huir de tus sentimientos, que te oprimen el pecho y no te dejan pensar con claridad. Sabes que es pronto para todo ello, pero cada avance, cada progreso es un triunfo.
Quiero regalarte inmensidad de momentos mágicos que tú, en su día, compartiste conmigo y obsequiarte con mil miradas de complicidad, mil gestos de cariño, mil palabras de aliento, mil risas que te ayuden en los momentos de tristeza, mil lágrimas que nos recuerden momentos felices y aquéllos que no lo fueron tanto.
Por ti y para ti estoy aquí.
HOY TE VOLVÍ A VER
Salgo de la ducha, me
visto, me arreglo y me dirijo al salón. Allí estás tú, sentado, leyendo un
periódico. Cuando notas mi presencia, dejas a un lado los problemas mundiales y
me miras, con esos ojos vivos, tiernos, sinceros... Me siento a tu lado y te abrazo.
No quiero soltarte, rodeo tu cuello con mis brazos y tú haces lo mismo. Me
besas tiernamente la mejilla, con amor. Se me escapan un par de lágrimas.
Mamá observa desde la puerta y sonríe. Se la ve tan feliz... Estoy cansada, nos incorporamos del sofá y de un salto entrelazo mis brazos y mis piernas en tu cuerpo. No pienso dejar que vuelvas a irte. Apoyo mi cabeza en tu hombro y huelo tu perfume, ese que creí olvidado. Me llevas a la cama y te tumbas a mi lado, sin dejar de abrazarme. ¿Por qué has tardado tanto en volver? Lloro desconsoladamente. Cerca se oye el ladrido de un perro y te oigo susurrar... "No ladres, deja que mi niña duerma", mientras me acaricias el pelo. Te quiero tanto...
Pero ese ladrido ha hecho que algo cambie, todo empieza a difuminarse. No quiero que te vayas, por favor. ¡Quédate conmigo! ¿Hace cuánto no te veo? Y, ahora lo comprendo... desde que moriste. Esto no puede ser un sueño. Te siento, te noto, te huelo, te oigo... ¿cómo va a ser un sueño? Lucho por no despertar porque ahora soy feliz. Pero todo ha desaparecido. Al despertar, mis ojos están llenos de lágrimas.
Mamá observa desde la puerta y sonríe. Se la ve tan feliz... Estoy cansada, nos incorporamos del sofá y de un salto entrelazo mis brazos y mis piernas en tu cuerpo. No pienso dejar que vuelvas a irte. Apoyo mi cabeza en tu hombro y huelo tu perfume, ese que creí olvidado. Me llevas a la cama y te tumbas a mi lado, sin dejar de abrazarme. ¿Por qué has tardado tanto en volver? Lloro desconsoladamente. Cerca se oye el ladrido de un perro y te oigo susurrar... "No ladres, deja que mi niña duerma", mientras me acaricias el pelo. Te quiero tanto...
Pero ese ladrido ha hecho que algo cambie, todo empieza a difuminarse. No quiero que te vayas, por favor. ¡Quédate conmigo! ¿Hace cuánto no te veo? Y, ahora lo comprendo... desde que moriste. Esto no puede ser un sueño. Te siento, te noto, te huelo, te oigo... ¿cómo va a ser un sueño? Lucho por no despertar porque ahora soy feliz. Pero todo ha desaparecido. Al despertar, mis ojos están llenos de lágrimas.